viernes, 29 de abril de 2011

Lamarabunta

A comienzos del siglo XXI un joven de 22 años, Roberto Huerta, experto criador de hormigas, inició una aventura sorprendente: abrir, junto a un pequeño grupo de entusiastas, un Foro hispano dedicado en exclusiva a estos insectos sociales. Casi 9 años después, Lamarabunta alberga 5500 usuarios, dispone de una extraordinaria galería de fotos y videos, acumula decenas de miles de mensajes y artículos, ha alumbrado la Asociación Ibérica de Mirmecología, ha acompañado diversas iniciativas y proyectos, y es lugar común de encuentro de cientos de aficionados y expertos. En palabras de Xavier Espadaler, maestro de la mirmecología en nuestro país, Lamarabunta constituye “un milagro”, tanto por su origen como por el desarrollo que ha adquirido.


Me uní desde sus comienzos a esta comunidad, donde mi pasión por la Historia Natural halló un lugar acogedor en el que he aprendido, disfrutado y compartido experiencias. Mi agradecimiento es, en este sentido, inefable. La historia de Lamarabunta forma ya parte de la historia de la mirmecología española.
En un camino no exento de dificultades, este gran Foro ha crecido y evolucionado hasta convertirse en un referente en el ámbito hispanohablante. Desde aquí, mi reconocimiento personal a Roberto Huerta  y al grupo fundacional de esta magnífica comunidad de aficionados a las hormigas.

martes, 26 de abril de 2011

La penitencia de fray Alonso Sánchez (1555-1600)

The penance of brother Alonso Sánchez (1555-1600)

La juventud del sevillano Bernardino Álvarez (1514-1584) fue tumultuosa. Partió a América con 20 años, se hizo soldado, se dio al juego y a la vida concupiscente, y amasó una fortuna de 30000 onzas de plata. En cierto momento, y bajo la influencia de varias cartas admonitorias de su madre, cambió el rumbo de su vida. Decidió dedicarse a los pobres y a los enfermos, fundó la Orden de la Caridad y levantó algunos de los primeros hospitales mexicanos.

Fray Bernardino Álvarez (1514-1584)

A mediados del siglo XVII el catedrático y teólogo mexicano Juan Díaz de Arce glosó en varios libros la vida del venerable Bernardino Álvarez. El Libro IV lo dedicó a sus discípulos. Entre ellos aparece Alonso Sánchez, un esforzado fraile que, afligido de pasiones de carne, adoptó un modo de penitencia muy particular: hacerse morder diariamente, a cuerpo desnudo, por innumerables obreras de alguna especie de hormigas cortadoras de hojas, probablemente del género Atta. Dejo al lector un extracto de tan singular relato, con la ortografía adaptada para su mejor comprensión.
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De la vida del Hermano Alonso Sánchez
(Extracto del Libro Cuarto del Próximo Evangélico de Juan Díaz de Arce, 1652)

[…] Por muchos y diferentes fines escogió para sí el Hermano Alonso Sánchez ir a las hormigas, que juzgándose perezoso en el servicio de Dios, y que su cuerpo quería regalos y no quería ir volando tras del espíritu, no sólo se contentaba con estar trabajando siempre, más quería andar diligente en juntar muchos méritos en la tarea trabajosa de esta vida para tener abundancia de frutos de merecimiento en la eterna. Por tanto, iba a buscar los hormigueros que le enseñasen, como veremos.
El Hermano Alonso Sánchez fue natural de la Villa de Puertollano, a las faldas de Sierra Morena, a la parte de La Mancha, cerca de Santa Cruz y del Viso. Recibió el hábito de la Hospitalidad de San Hipólito después de la muerte del Venerable Bernardino Álvarez, su Fundador, y aunque no le pudo imitar como a ejemplo presente, se ajustó a las reglas y a los documentos recientes de su Patriarca con que los Hermanos de aquella era corrían por el camino de la Hospitalidad. Y así, este gran siervo de Dios, aunque vivió poco, anduvo mucho en el camino de las virtudes y de la perfección religiosa. Aunque la falta de la historia nos prive de muchas alabanzas suyas, con todo los Hermanos antiguos de la Religión de la Caridad que le vieron vivir y se edificaron y ejemplificaron con la perfección de su santa vida y grandes virtudes, referían con piadoso sentimiento a los Hermanos de nuestro tiempo algo de lo que aquí se apuntará brevemente, porque de esta partecita se conozca el todo en que fue exaltado el que siempre trabajó por merecer, y se humilló más cuando pudiera hallarse en su exaltación, que él fundaba en la mayor humildad.
[…] Lo primero, cumplió perfectamente con la vocación de la Hospitalidad que eligió, era incansable en el servicio de los pobres y enfermos, de suerte que este trabajo, que para muchos es molesto, y aún para algunos insoportable, era para él no sólo su continuo alivio, sino regalo suavísimo.
[…] Fue muy dado a la oración, en la cual hallaba alivio el que siempre estaba en trabajos exteriores e interiores, y también valentía para correr esforzado sin parar por el camino de las virtudes.
Aunque en todo fue raro este varón, en la Penitencia fue singular; entre otros tormentos con que martirizaba su cuerpo, halló su especulación uno terribilísimo. Siendo morador en el hospital de Xalapa, aunque tenía con el continuo ejercicio de servir a los enfermos, y a cualquiera que estaba necesitado, con que mortificarse bastantemente; aunque el demonio le veía que no estaba ocioso, y que por tanto le podría dejar como muy ocupado y trabajado, y aún también como mortificado con penitencias y extenuado con ayunos, con todo no le dejaba en la mortificación, que es costumbre del Ángel de Satanás usar del estímulo de la carne para abofetear y maltratar a los amigos de Dios cuando más de veras se entregan al estudio de las virtudes. El remedio que se aplicó el siervo de Dios Alonso Sánchez, cuando se vio afligido de pasiones de carne, fue tratar aquella vez a su cuerpo con el rigor que juzgó que merecía en aquella ocasión. Parecióle que en lugar de zarzas espinosas, en que desnudos se arrojaron varios santos como San Benito y San Francisco, para que las espinas los divirtieran, castigaran y amortiguaran, él fue al campo a unos hormigueros, que los hay en Xalapa muy extendidos y poblados de hormigas grandes que llaman arrieras, porque no son perezosas en acarrear a sus silos los montones de semillas por más que las guarde el labrador. Habló el Hermano Alonso a su cuerpo como perezoso, y despojándose de la ropa se lo entregó a las hormigas. El penitente cuerpo, aunque no extrañaba martirios, juzgó este por rigurosísimo, y más cuando el imperio del alma le notaba de holgazán, que quería deleites, y revolcándose sobre las hormigas hacía que el cuerpo perezoso fuese a las hormigas, o por mejor decir, provocaba a que las hormigas viniesen enojadas contra el triste cuerpo, que de tal manera castigaron en breve rato, que echó de ver que hacían las hormigas su oficio algo más al vivo que le hicieran las espinas de las zarzas. Hallóse en breve el espíritu muy reformado con el medicamento que le había aplicado al mísero cuerpo. De aquí sacó el penitente Hermano Alonso Sánchez que sería bueno escogerle a su cuerpo aquel medicamento por alimento y cebo de su penitencia en adelante, pareciéndole que sacaban mejor el bocado las hormigas que los rayos, y que alcanzaban a picar por todas partes mejor que los cilicios de cerdas y que las disciplinas; y así todos los días, y aún muchas veces al día, salía al campo a usar con más artificio de este martirio. Desnudábase el poco y pobre vestido interior, y quedado con sólo el hábito, se paraba en un hormiguero, íbase inclinando de suerte que hubiese ya cogido, con la cimbria del hábito extendida, las más hormigas que pudiese: unas cogían vereda por el desnudo cuerpo arriba, otras subían por el hábito. Cuando le parecía que había muchas cogido la posesión de todo su cuerpo, porque las que se habían derrotado por el hábito no quedasen descarriadas y sin bocado de su piel, se sentaba encima, no de suerte que pudiera estrujarlas, que sólo se contentaba con irritarlas contra su carne. Aquí era cuando, embravecidas de comunidad y de por junto, menudeaban los bocados en el bien sufrido cuerpo. De esta suerte se ejercitaba con las hormigas y las hormigas con él, una y dos horas. Después de muy bien mordido y hostigado, se volvía a vestir y partía a servir al hospital y a ejercitarse en los oficios de su obligación.
Ser este varón de sufrimiento increíble en este género de martirio, con las circunstancias que se han advertido y repetido con tanta frecuencia a diversas veces en un día, da a entender que la gracia hacía aquel cuerpo de bronce insensible, o que le correspondían tan soberanos recreos espirituales que le sanaban de aquella dolencia, o que ya las hormigas le empezaban a tratar como amigo de Dios […].


jueves, 14 de abril de 2011

Nuevas observaciones sobre la avispa Tracheliodes quinquenotatus, predadora de hormigas obreras del género Tapinoma

New observations on the wasp Tracheliodes quinquenotatus, a predator of worker ants of the genus Tapinoma

En una entrada anterior de 2009 describí el comportamiento de caza de Tracheliodes quinquenotatus (Hymenoptera: Cabronidae), una avispa especializada en capturar obreras del género Tapinoma (en nuestras observaciones, obreras de T. nigerrimum). Cada hembra de T. quinquenotatus caza y paraliza varias decenas de hormigas que almacena en una cámara donde, antes de cerrala, pone un huevo. Entre los hallazgos que relaté estaba el hecho de que la hormiga es paralizada en el mismo momento de la captura, y que posteriormente, a los pocos segundos, aterriza para recolocar la presa e iniciar el vuelo hacia el nido. No obstante, la velocidad de los ataques impedía conocer en detalle el comportamiento de sujeción y aguijoneo de la presa. Con tal motivo, dediqué los primeros 10 días de julio de 2010 en Almazán, Soria, a observar y filmar a cámara lenta –unos 200 videos cortos a 300 y 600 fotogramas por segundo– los ataques de T. quinquenotatus. Utilicé para ello la cámara digital Casio Exilim Pro EX-F1 con la lente macro Raynox DCR-250.
Para que el lector se haga una idea de la rapidez con que acontecen los ataques, vea este primer video (Video 1) tomado a velocidad normal, que ya reproduje en la entrada antes mencionada:

Video 1. T. quinquenotatus predando sobre un sendero de Tapinoma nigerrimum

El análisis de una serie de videos a cámara lenta, de los que más tarde daré algunos ejemplos, revela que el ataque, desde los primeros contactos antenales de la avispa (con la hormiga o con el sustrato) hasta el despegue con la hormiga capturada, dura una media de 0.157 segundos (N=14; SE: 0.029). La cámara lenta, pues, nos va a permitir descubrir algunos datos nuevos.
Primeramente, debe resaltase que la avispa no impacta sobre la hormiga, sino justo al lado, ya sea con las antenas o, más frecuentemente, con las antenas y la cabeza. En este sentido es interesante hacer notar que entre las varias modalidades de aterrizaje de T. quinquenotatus –independientemente de si ataca o no– está la del impacto cefálico o antenal previo al posado de las patas, como puede observarse en los tres fotogramas siguientes (Fig. 1) y en el video filmado a 600 fps (Video 2):

Fig. 1. Tres fotogramas de T. quinquenotatus posándose sobre el suelo con contacto previo antenal (flecha).

Video 2. T. quinquenotatus posándose sobre el suelo con contacto previo antenal (600 fps)

Esta habilidad es precisamente la que va a emplear en el ataque a la obrera. Véamoslo con detalle (Fig. 2). La avispa, poco antes de lanzarse, abre las mandíbulas y extiende hacia delante sus patas delanteras y medias. Tras el contacto antenal (y en la mayoría de los casos de la cabeza contra el sustrato) cierra sus mandíbulas muy cerca de la hormiga. En ese instante las patas delanteras y medias abrazan a la hormiga, que queda atrapada. El cierre de las mandíbulas conlleva a veces el asimiento de alguna pata de la hormiga (Fig. 3), o bien queda simplemente debajo su cuerpo. Inmediatamente la avispa comienza a inclinarse horizontalmente y eleva la cabeza, con lo que consigue levantar levemente el cuerpo de la hormiga, dejándolo preparado para ser aguijoneado.
Fig. 2. T. quinquenotatus atacando una obrera de T. nigerrimum: 1) y 2) aproximación y contacto antenal; 3), 4) y 5) las mandíbulas comienzan a cerrarse junto a la hormiga y las patas medias y delanteras abrazan el cuerpo de la obrera (flecha); 6) la avispa empieza a inclinarse horizontalmente y levanta el cuerpo de la hormiga.

Fig. 3. T. quinquenotatus poco antes de aguijonear una obrera de T. nigerrimum atrapada entre sus patas medias y delanteras (de color amarillento). La flecha roja indica una pata de la hormiga prendida entre las mandíbulas de la avispa; la flecha azul señala la punta del metasoma de la avispa. En este caso pudo apreciarse la detención del movimiento alar durante el preciso momento del aguijoneo, una característica peculiar que he observado en varias avispas parasitoides de hormigas.

En la siguiente imagen (Fig. 4) se aprecia el cuerpo de la hormiga atrapado entre las patas delanteras y medias (de color amarillento) de la avispa.

Fig. 4. T. quinquenotatus poco antes de aguijonear una obrera de T. nigerrimum atrapada entre sus patas medias y delanteras (de color amarillento). Flecha amarilla: mandíbulas de la hormiga; flecha roja: gastro de la hormiga; flecha azul: pata trasera izquierda de la avispa.

En el proceso de aguijoneo la avispa coloca sobre el sustrato las dos patas traseras (que no participaron en la sujeción previa de la hormiga). El aguijoneo se produce en la cara ventral del mesosoma de la hormiga. Al iniciarse el despegue el metasoma continúa incurvado hacia dentro, probablemente con el aguijón aún en el interior del cuerpo de la obrera. Esta disposición, además de una intensa y eficaz paralización de la hormiga, permite su transporte, facilitado también por la frecuente sujeción ejercida por las patas medias o delanteras (Fig. 5).

Fig. 5. T. quinquenotatus aguijoneando una obrera de T. nigerrimum: 1) la avispa se coloca horizontalmente y posa sobre el suelo la pata delantera derecha (flecha azul); 2) introduce el aguijón debajo de la hormiga en la zona ventral del mesosoma (flecha roja); 3) la avispa inicia el despegue con el metasoma incurvado hacia dentro y el cuerpo de la hormiga colocado transversalmente y sujeto con las patas medias o delanteras de la avispa (flecha amarilla).

La activa y persistente caza de obreras Tapinoma por parte de T. quinquenotatus durante los meses de verano, no siempre es exitosa. Los ataques fallidos, en una estima aproximada, no superan el 20 %. He aquí algunos ejemplos filmados a 300 y 600 fps (Videso 3 y 4):

Video 3. Ataques fallidos de T. quinquenotatus sobre obreras de T. nigerrimum (300 fps)

Video 4. Ataques fallidos de T. quinquenotatus sobre obreras de T. nigerrimum (600 fps)

Los siguientes videos, filmados igualmente a 300 y 600 fps (Videos 5 y 6), muestran capturas finalizadas con éxito por parte de T. quinquenotatus:

Video 5. Ataques con éxito de T. quinquenotatus sobre obreras de T. nigerrimum (300 fps)

Video 6. Ataques con éxito de T. quinquenotatus sobre obreras de T. nigerrimum (600 fps)

En los ataques sobre superficies horizontales, T. quinquenotatus se coloca perpendicularmente al cuerpo de la hormiga. En las superficies verticales, si no consigue dicha posición perpendicular, la compensa, en el proceso de apresamiento y sujeción, girando el cuerpo de la hormiga hasta colocarlo transversalmente antes de aguijonearlo. En la mayoría de los casos la avispa tiende a lanzarse cerca del gastro de la hormiga. En la siguiente secuencia de fotogramas (Fig. 6) se aprecia esta orientación perpendicular del ataque. La hormiga permanecerá en posición transversal al despegar la avispa.

Fig. 6. T. quinquenotatus atacando una obrera de T. nigerrimum: 1) la avispa se lanza perpendicularmente sobre la hormiga (la flecha amarilla indica sus mandíbulas, la roja el gastro); 2) la avispa incurva el metasoma (flecha azul) para aguijonear a la hormiga; 3) y 4) inicia el despegue con el metasoma incurvado y la hormiga colocada transversalmente.

Como comenté en la entrada anterior dedicada a T. quinquenotatus, el vuelo efectuado tras la captura suele ser muy breve, de unos pocos segundos y escasos metros de recorido. Efectivamente, es frecuente observar que la avispa aterriza de nuevo, no para aguijonear la presa, como se creía, sino para recolocar el cuerpo de la hormiga, que es girado 90º hasta quedar en paralelo debajo del de la avispa, en el mismo sentido anteroposterior, boca abajo y con el gastro sobresaliendo respecto del extremo del metasoma de la avispa. La vispa sujeta la hormiga por su parte anterior, entre la cabeza y el pronoto, probablemente con sus patas medias. En la siguiente imagen (Fig. 7) y en la filmación realizada a 1200 fps (Video 7) se aprecia un momento del vuelo de T. quinquenotatus con la hormiga recolocada longitudinalmente.

Fig. 7. Imagen del vuelo de T. quinquenotatus transportando una obrera de T. nigerrimum tras recolocarla en el suelo. La flecha roja señala el gastro de la hormiga

Video 7. Vuelo de T. quinquenotatus transportando una obrera de T. nigerrimum tras recolocarla en el suelo (1200 fps)

En este esquema que he bosquejado del comportamiento de caza de T. quinquenotatus cabe, desde luego, cierta variabilidad. A veces, por ejemplo, el aguijoneo de la hormiga se produce poco después del despegue de la avispa (mientras sujeta fuertemente a la hormiga con sus patas medias y delanteras), por tanto, sin fijación al sustrato mediante las patas traseras. Como cuestión determinante debe remarcarse la necesidad por parte de la avispa de levantar, primero, el cuerpo de la hormiga (lo que permitirá aguijonearla ventralmente) y, después, arrancarla del sustrato para llevársela. Para ello entran en acción las mandíbulas (que se introducen debajo de la hormiga y a veces prenden alguna de sus extremidades), las patas delanteras y medias (que se encargan de abrazar y retener a la hormiga durante el aguijoneo, y que tirarán posteriormente de ella hacia fuera), las patas traseras (que sirven de apoyo para el aguijoneo, haciendo bascular el cuerpo de la avispa e impulsándolo después en el despegue), y, en fin, los movimientos pendulares de la avispa favorecidos por el agilísimo batir de sus alas que le permiten, asimismo, volar hacia atrás con suma facilidad después de la captura de la hormiga.
Las imágenes y videos de los ataques, y la posición transversal en la que es aguijoneada la hormiga –posición que se mantiene durante el primer vuelo en que es transportada– revelan que el veneno es inoculado en la parte inferior del mesosoma de Tapinoma nigerrimum, quizá en alguno de sus ganglios torácicos. El efecto del mismo es fulminante. A los pocos segundos, justo cuando la hembra de Tracheliodes quinquenotatus aterriza fugazmente para recolocar la hormiga e iniciar con ella el segundo y definitivo vuelo, la obrera está ya paralizada.

domingo, 10 de abril de 2011

“Hormigas Amarillas”

“Yellow ants” blog

Va para 6 meses que el biólogo aragonés José Luis Blanco inauguró el blog Hormigas Amarillas, un blog de gran interés que aborda las hormigas desde numerosos puntos de vista.


Blanco es un naturalista viajero –en sus entradas aparecen países como Gambia, Guinea Ecuatorial o Mozambique–, y entre sus quehaceres zoológicos destaca la ictiología. Recientemente ha publicado en coautoría el libro Los peces de Aragón (Consejo de protección de la naturaleza de Aragón, 2010).


La temática de su blog incluye aspectos culturales e históricos, recensiones de libros, explicaciones de términos y conceptos mirmecológicos, noticias de viajes, descripciones biológicas…, todo ello cuidadamente ilustrado con fotografías y grabados. Además, Blanco se revela como un virtuoso constructor de hormigueros. Las siguientes imágenes muestran sendos modelos que ha fabricado para especies pequeñas como Themnothorax y Plagiolepis (arriba) y para especies grandes y con densas colonias como Messor barbarus (abajo):


Desde este blog amigo, mi más sincera enhorabuena.

jueves, 7 de abril de 2011

Los experimentos de Lorenzo Palmireno (siglo XVI)

The experiments of Lorenzo Palmireno (XVI century)

Juan Lorenzo Palmireno (1524-1579) fue un erudito y prolífico humanista aragonés, autor  de más de un centenar de obras, muchas de ellas perdidas. Se interesó por la gramática, los vocabularios, las traducciones de los clásicos, la dramaturgia, la medicina, la Historia Natural, la pedagogía, etc. Dominaba varias lenguas clásicas y modernas, y fue catedrático de la Universidad de Valencia.
En vano he consultado varias de sus obras intentando hallar sus observaciones y experimentos acerca de las hormigas, que fueron mencionados por el astrónomo y naturalista valenciano Jerónimo Cortés (s. XVI- c. 1612) en su Tratado de los animales terrestres y volátiles y sus propiedades (1613).

Juan Lorenzo Palmireno (1524-1579)

Transcribo a continuación, adaptando la ortografía y la puntuación, el relato de Cortés. Note el lector que los experimentos de Palmireno constituyen en sí mismos una novedad. Los autores europeos se mantendrán fieles a la tradición clásica de Herodoto, Aristóteles, Plinio o Eliano, compilando y reseñando repetidamente lo dicho por esos naturalistas e historiadores grecolatinos. Esta etapa escolástica perdurará hasta bien entrado el siglo XVIII, cuando surge la mirmecología moderna. Capítulo aparte merecen las observaciones sobre hormigas que se hicieron en Oriente, y aquellas otras que realizaron los naturalistas de Indias, ambas plenas de interés naturalista. Pero en la Europa culta y libresca del siglo XVI sorprende la diligencia experimental con que Palmireno pone a prueba las habilidades de las hormigas para sortear un foso con agua o un círculo de miel, o su interesante observación del cierre y apertura de nuevas entradas al nido tras derramar sobre él aceite de enebro.
Las observaciones de Palmireno fueron certeras. A lo largo del siglo XIX se citará con frecuencia la conducta de las hormigas consistente en cubrir con diversos objetos –granos de tierra, palitos, paja, etc– las galerías húmedas, las sustancias pegajosas o los líquidos que les impiden el paso. En 1910 W. M. Wheeler (Ants: Their Structure, Development and Behavior) refrendará este comportamiento generalizándolo a la mayoría de los géneros conocidos de hormigas. A finales del siglo XX algunos autores describirán el llamado uso de instrumentos en unas pocas especies de hormigas, una modalidad más compleja del comportamiento de cubrimiento, consistente en colocar objetos sobre alimentos húmedos o pegajosos (como la miel) y sacarlos embadurnados para transportarlos al nido.
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Experimentos sobre las hormigas de Juan Lorenzo Palmireno (siglo XVI)
(En Jerónimo Cortés: Tratado de los animales terrestres y volátiles y sus propiedades, 1613)

La cigarra y la hormiga (en Jerónimo Cortés, 1613)

Laurencio Palmireno, admirado de ver y entender el aviso y buen gobierno de las hormiguillas, quiso ver y probar hasta donde allegaría el aviso y natural instinto de ellas. Y con este designio se fue muy de mañana al campo a buscar un hormiguero; y hallado, puso al derredor de él mucha miel blanca (que para el propósito traía) a fin de ver que medio pondrían para pasar a buscar su acostumbrado mantenimiento. Hecho esto se puso a la mira, y a poco rato vio la prisa que se daban en salir a la puerta del agujero y volverse por el impedimento del paso mortal que a los encuentros hallaban. Y de allí a poco, cansadas de salir a ver su daño, pensaron un medio prudente y eficaz a su remedio, y fue que todas comenzaron a sacar tierra de la cueva, y la fueron asentando por encima de la miel, una delante de otra, con tanta diligencia y concierto que en breve rato hicieron puente seguro por donde pasaron todas sin peligro. Viendo el predicho Palmireno la impensada sagacidad y repentino remedio con el cual se valieron y salieron todas, les ordenó para la vuelta otro impedimento y traición no menos terrible para ellas que el pasado: y fue que hizo un foso al derredor de la cueva y agujero, y de él pues lo llenó de agua. Volviendo las hormiguillas a la posada, y viendo otro nuevo y diferente obstáculo, dejaron todas las provisiones que traían de trigo (porque era en tiempo de la siega) al derredor del foso, y se volvieron con presteza a traer pajuelas y ponerlas encima del agua unas al lado de otras con admirable concierto y diligencia. Hecho el puente de paja, como si fuera de barcas, pasaron todas con la provisión a su cueva muy contentas y sin peligro. Admirado el predicho autor de tales avisos y trazas, y no cansado de hacer experiencias y probar a las hormigas, fue por aceite de enebro y metiólo por la boca de la cueva; y volviendo al otro día por allí, halló que habían abierto otro agujero, y el primero le habían muy bien atapado con tierra por la parte de fuera.