Magpie eating queens of the ant Messor barbarus
Esta tarde fui a comer con mi
mujer y mi hija a un parque del barrio. El día era magnífico -soleado y sin
viento- y hacía poco que habían caído las primeras lluvias del otoño. Estas
condiciones climatológicas, tras un verano largo y seco, son justamente las que
provocan la salida masiva de los machos y reinas alados de la hormiga
recolectora Messor barbarus. Previo a dicha salida, las obreras abren numerosas
entradas en la superficie del nido, entradas que acaso faciliten la emergencia
al exterior de los alados, sirviendo también para ventilar y remodelar la arquitectura del nido.
Tras el vuelo nupcial, las reinas
que han logrado copular caen al suelo y pierden las alas. Entonces, cientos,
miles de ellas se ven deambular frenéticamente, de aquí para allá, por el suelo. Mi mujer me pregunta qué están
haciendo, qué buscan. Yo le comento que buscan un sitio propicio y húmedo, una
oquedad donde empezar a cavar una pequeña madriguera en la que se enterrarán
para fundar ellas solas una nueva colonia. Para mostrarle hasta qué punto
responden a estímulos clave, realizo el siguiente experimento: con la punta de
una llave hago dos pequeños agujeros superficiales en la tierra. En menos de 5
minutos son descubiertos y ocupados por sendas reinas que comienzan a extraer
arena profundizando en la cavidad.
Estas reinas desaladas -abundantísimas
en los días que siguen a las primeras lluvias otoñales- poseen un abdomen engrosado
y repleto de huevos que constituye un manjar para muchos animales. De ellas dan
cuenta otros artrópodos, peces, anfibios, reptiles, aves y mamíferos, y el hombre mismo las ha
empleado desde tiempo inmemorial para pescar y cazar pájaros.
Esta tarde pude contemplar, en la
explanada donde comíamos, cómo las urracas las devoraban implacablemente. En la
siguiente filmación, una urraca comió unas 15 reinas de Messor barbarus en 1
minuto. De estos córvidos sociales e inteligentes había visto hace tiempo otra interacción
singular con las hormigas. En la arboleda de Almazán, Soria, donde acudía todas
las tardes de verano a observar los asaltos de nidos de Formica por parte de la
hormiga amazona Polyergus rufescens, las urracas aparecían durante el largo y
lento retorno de las obreras Polyergus cargadas con cientos de pupas de Formica.
¡Las urracas picaban sobre el sendero comiéndose las suculentas pupas!
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