domingo, 16 de octubre de 2016

Urraca comiendo reinas de la hormiga Messor barbarus

Magpie eating queens of the ant Messor barbarus

Esta tarde fui a comer con mi mujer y mi hija a un parque del barrio. El día era magnífico -soleado y sin viento- y hacía poco que habían caído las primeras lluvias del otoño. Estas condiciones climatológicas, tras un verano largo y seco, son justamente las que provocan la salida masiva de los machos y reinas alados de la hormiga recolectora Messor barbarus. Previo a dicha salida, las obreras abren numerosas entradas en la superficie del nido, entradas que acaso faciliten la emergencia al exterior de los alados, sirviendo también para ventilar  y remodelar la arquitectura del nido.


Tras el vuelo nupcial, las reinas que han logrado copular caen al suelo y pierden las alas. Entonces, cientos, miles de ellas se ven deambular frenéticamente, de aquí para allá,  por el suelo. Mi mujer me pregunta qué están haciendo, qué buscan. Yo le comento que buscan un sitio propicio y húmedo, una oquedad donde empezar a cavar una pequeña madriguera en la que se enterrarán para fundar ellas solas una nueva colonia. Para mostrarle hasta qué punto responden a estímulos clave, realizo el siguiente experimento: con la punta de una llave hago dos pequeños agujeros superficiales en la tierra. En menos de 5 minutos son descubiertos y ocupados por sendas reinas que comienzan a extraer arena profundizando en la cavidad.


Estas reinas desaladas -abundantísimas en los días que siguen a las primeras lluvias otoñales- poseen un abdomen engrosado y repleto de huevos que constituye un manjar para muchos animales. De ellas dan cuenta otros artrópodos, peces, anfibios, reptiles, aves y mamíferos, y el hombre mismo las ha empleado desde tiempo inmemorial para pescar y cazar pájaros.
Esta tarde pude contemplar, en la explanada donde comíamos, cómo las urracas las devoraban implacablemente. En la siguiente filmación, una urraca comió unas 15 reinas de Messor barbarus en 1 minuto. De estos córvidos sociales e inteligentes había visto hace tiempo otra interacción singular con las hormigas. En la arboleda de Almazán, Soria, donde acudía todas las tardes de verano a observar los asaltos de nidos de Formica por parte de la hormiga amazona Polyergus rufescens, las urracas aparecían durante el largo y lento retorno de las obreras Polyergus cargadas con cientos de pupas de Formica. ¡Las urracas picaban sobre el sendero comiéndose las suculentas pupas!



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