domingo, 20 de junio de 2010

Movimiento estereotipado de ataque en Messor barbarus

Stereotyped attack movement in Messor barbarus

Sitúo al lector. En un erial de Madrid, bajo un calor de rigor, una gran colonia de Messor barbarus ha establecido desde hace varias semanas un largo sendero de 7 u 8 metros. El camino está completamente desbrozado y despejado de piedras, y en buena parte de su recorrido alcanza una profundidad de 1 a 2 cm. Las obreras lo transitan interrumpidamente salvo en las horas cenitales.


A mitad del sendero, a sólo 5 cm de distancia, varios soldados descubren la entrada de un pequeño nido de otra colonia de Messor. Los soldados circundan la entrada e inician el acoso al hormiguero extraño.


Una conducta notable que observé en varias ocasiones fue el empleo de piedras, que los soldados acarreaban y soltaban junto a la entrada. Esta conducta, en una modalidad muy elaborada, ha sido descrita en obreras del género Conomyrma, que taponan las entradas de los nidos de Myrmecocystus interfiriendo su actividad de forrajeo. También los géneros Tetramorium y Pogonomyrmex utilizan granos de tierra en diversas estrategias de ataque y defensa.


Pero quería destacar el sorprendente comportamiento atacante de los soldados de Messor, consistente en un movimiento estereotipado, compulsivo, rapidísimo y repetitivo, a veces realizado sin la presencia inmediata de las obreras atacadas, y que podría encuadrarse en los denominados displays o exhibiciones amenazantes. A veces, como puede apreciarse en los siguientes videos, los soldados consiguen apresar y morder a las obreras sitiadas.

          

Para entender mejor la mecánica de estos movimientos compulsivos, los he filmado a cámara lenta, a una velocidad de 300 fotogramas por segundo. Se aprecia entonces cómo el soldado comienza elevando la cabeza mientras va abriendo al máximo las mandíbulas. A veces recoloca las patas acercándolas al cuerpo y flexionándolas por la articulación tibio-femoral. Inmediatamente después, impulsado por la extensión de las patas, se lanza hacia delante en trayectoria parabólica. En ese momento pliega el par de patas delanteras, facilitando la proyección del cuerpo, que queda anclado al suelo mediante las patas traseras y medias. La trayectoria parabólica culmina con el impacto (y cierre) de las mandíbulas sobre el sustrato. Tanto el impacto de la cabeza (que ha quedado incurvada ventralmente) como el anclado de las patas posteriores, producen un efecto de retroacción que devuelve el cuerpo hacia atrás, a la posición de inicio. Vea el lector varias tomas a cámara lenta:


En las siguientes imágenes puede apreciarse el pliegue de las patas delanteras durante el trayecto parabólico:


En la secuencia fotográfica que sigue se indica con flechas el anclaje de las patas medias y posteriores, anclaje tarsal que se conserva en las distintas fases del comportamiento: 1) elevación y apertura de mandíbulas; 2) lanzamiento; 3) impacto; 4) y 5) reposicionamiento horizontal y retroacción. Con frecuencia, dependiendo de la fuerza con la que se proyecta el cuerpo, las patas posteriores sufren leves desplazamientos en sus anclajes; a veces, incluso, se sueltan provocando la desestabilización de la hormiga, que puede quedar boca abajo en posición vertical.


Con objeto de conocer la velocidad a la que se proyectan hacia delante los soldados de Messor barbarus, he medido en 15 casos (analizando la secuencia de fotogramas tomados a cámara lenta) el tiempo que transcurre desde que terminan de abrir las mandíbulas y se lanzan, hasta el momento del impacto de las mandíbulas contra el suelo. La distancia recorrida se ha ponderado de manera aproximada (ver la siguiente imagen) comparando la posición de las mandíbulas en los fotogramas iniciales y finales de cada lanzamiento, haciendo abstracción de la trayectoria más o menos parabólica. A efectos de escala se ha asignado un valor de 1 cm a la longitud del cuerpo de los soldados.


Los resultados se muestran en esta tabla:


El movimiento de ataque de Messor barbarus se produce en 35 milisegundos, muy rápido pero aún lejos del milisegundo escaso que tardan las obreras de Odontomachus o Mystrium en batir las mandíbulas sobre sus presas (movimiento considerado el más rápido del mundo animal). La distancia recorrida por Messor en su lanzamiento alcanza y supera la mitad de la longitud de su propio cuerpo. La velocidad media estimada es de 15 a 16 centímetros por segundo, ciertamente notable, pero a mitad de camino de los mejores saltos a 70 cm/s de Harpegnathos saltator.
La mecánica y fisiología de estos movimientos estereotipados y compulsivos de Messor barbarus, de enorme potencia y capacidad ofensiva, seguro que guardan no pocos secretos. Acaso, entre ellos, una muy fina coordinación muscular de los pares de patas implicados en el impulso.

4 comentarios:

  1. Impresionante. ¡Menudo documento!
    Me resulta curioso que el movimiento sea tan estereotipado como dices. Parece que tienen bastante mala puntería en los ataques ¿no?
    Quizás se trate de atacar evitando una posible respuesta: la velocidad sería clave.

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  2. Excelentes videos. Tienen calidad máxima. Imagino que te llevó bastante tiempo preparar algo tan trabajoso, verdad?
    Enhorabuena

    Dario

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  3. Gracias amigos.
    Para que el soldado de Messor atine en su lanzamiento es necesaria la cercanía de la hormiga a atacar (su olor, su movimiento, su contacto próximos). La fisiología sensorial de Messor es pobre a media y larga distancia. Pero la situación conflictiva del enfrentamiento genera ese reflejo o automatismo en forma de conducta estereotipada. Y aunque no atine, la brusquedad del movimiento, su impacto y vibración sobre el suelo, deben producir un efecto disuasorio en las hormigas que le rodean.
    Pues no te cuento, Darío, el tiempo y la paciencia que llevan las observaciones… Pero siempre resulta apasionante.

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