viernes, 5 de marzo de 2010

De hormigas, hombres y esclavos

On ants, men and slaves

En 1810 el naturalista suizo Pierre Huber publicó un libro fundamental en la historia de la mirmecología, la Historia de las hormigas. Entre otros descubrimientos, narró las razias o incursiones que realizan las obreras de Polyergus rufescens sobre los nidos de Formica fusca, de donde sacan innumerables pupas que trasladan al hormiguero. Estas pupas se convertirán en adultos que convivirán con la especie raptora, constituyéndose así una colonia mixta con reparto de funciones.
A este comportamiento se le ha denominado, desde entonces, esclavismo. El impacto de este descubrimiento ha impulsado multitud de investigaciones y publicaciones, y su influencia se ha dejado sentir más allá del campo reducido de la mirmecología.

De arriba abajo: Obreras de Polyergus rufescens atacando un nido de Formica fusca, sacando
pupas y retornando al nido mixto (con varias obreras de F. fusca a la entrada). (Almazán, Soria)

El empleo del término “esclavismo” para referirse a esta conducta de las hormigas ha conllevado, en muchos casos, su asociación con la esclavitud humana, al extremo de utilizarse para justificar esta última. Véanse, como ejemplo, los siguientes párrafos de dos tratados acerca de la esclavitud que se publicaron pocos años antes de la Proclamación de Emancipación del presidente estadounidense Abraham Lincoln (1863).
  • Cobb, Thomas R. R. 1858. An Inquiry into the Law of Negro Slavery in the United States of America. Philadelphia: T. & J. W. Johnson & Co.
La expresión “ley de la naturaleza” se usa a veces –aunque no filosóficamente– para expresar aquellas deducciones que pueden extraerse de un cuidadoso examen de los sucesos del mundo natural. De ahí que se diga que el esclavismo es contrario a la ley de la naturaleza porque no hallamos sucesos equivalentes o análogos en el mundo natural. […] Pero la esclavitud no sólo existe en la raza humana, pues la servidumbre –en todos los respectos equivalente a la esclavitud de los negros– se da incluso entre los animales inferiores y los insectos. […] Estos hechos [el esclavismo en las hormigas] originalmente descubiertos y publicados por Huber, han sido posteriormente verificados por muchos observadores, y M. Latreille ha demostrado que las hormigas rufescens, debido a la forma de sus mandíbulas y de las partes accesorias de su boca, carecen de capacidad física para construir las habitaciones de su familia, proveerla de comida o alimentarla. Por tanto, de acuerdo con esta definición de ley de la naturaleza, la esclavitud de los negros parecería perfectamente consistente con dicha ley.
  •  Seabury, Samuel. 1861. American Slavery Distinguished from the Slavery of the English Theorists and justified by the Law of Nature. Masson Brothers: New York.
Así, por la Ley de la Naturaleza –en el sentido amplio de esta frase– el hombre es tan libre como las bestias del campo. A este respecto, decir que la esclavitud va contra la Naturaleza, o contra la Ley de la Naturaleza, es tanto como decir que no puede hallarse en el mundo de los brutos ningún precedente o analogía en favor de la esclavitud. A ello respondo que sí pueden hallarse tales precedentes en favor de la esclavitud, pues los antiguos ignoraban completamente los asombrosos hechos que, en relación con ciertas especies de hormigas, han sacado a la luz los modernos naturalistas. Estos hechos, de haber sido conocidos, les habrían impedido afirmar que la esclavitud es contraria a la Naturaleza, aun en el sentido dado al término por Ulpiano. Pero ellos ignoraban estos curiosos hechos, y tomaban la esclavitud como contraria a la Naturaleza, en la suposición de que no existía precedente o analogía en el mundo de los brutos.

Esclavos africanos (siglo XIX)

La peligrosidad de este tipo de comparaciones entre lo animal y lo humano, cuando se intenta justificar prácticas nefandas, es evidente. Pero incluso sin esta finalidad lamentable, la comparación misma entre el esclavismo de las hormigas –también denominado dulosis desde hace un siglo– y el de los hombres, supone un error interpretativo y metodológico que sigue manteniéndose hoy en día.
Diversos tratados de mirmecología –Ants de W. M. Wheeler (1910), The social world of the ants compared with that of man de A. Forel (1928), The Ants de B. Hölldobler y E. O. Wilson (1990), Les fourmis de Luc Passera y Serge Aron (2005)– comparan ambos tipos de esclavismo exponiendo sus diferencias, por ejemplo el hecho de que la dulosis se da entre especies distintas de hormigas, contrariamente al hombre que sólo esclaviza a miembros de su especie.
Así dice el mirmecólogo Mark W. Moffett en su próximo libro Adventures Among Ants: A Global Safari with a Cast of Trillions (University of California Press, 2010, en prensa):
El esclavismo en las hormigas tiene notables diferencias con el esclavismo humano. Las hormigas, careciendo de comercio entre sus sociedades, no compran ni venden ni intercambian esclavos entre una colonia y otra. Especies de hormigas como las Amazonas son más dependientes de sus esclavas de lo que lo han sido los hombres, exceptuando unas pocas “sociedades esclavistas” como el Imperio Romano en la era de Augusto. Las hormigas esclavas no pueden reproducirse […]. Las hormigas esclavas parecen también bastante más aquiescentes con su subyugación […].

El error de comparar la dulosis con la esclavitud humana es doble, por cuanto se malinterpreta tanto la realidad humana como la de las hormigas. Intentaré explicarlo con el siguiente esquema:


Si queremos comparar al hombre con la hormiga, sólo puede hacerse en el nivel animal (círculos rojos). El hombre posee, además del nivel animal, un nivel o ámbito humano (círculo azul). Este nivel, genuinamente humano, es rigurosamente objetivo, con rasgos como el pensamiento, el arte, la libertad, la dignidad o el Derecho como sistema de organización. La esclavitud humana sólo puede entenderse como una forma de supresión de la libertad y la dignidad de los hombres. Ninguno de estos rasgos afecta a las hormigas, y es por ello que la comparación carece de sentido.
Buscar analogías o diferencias entre el esclavismo de los hombres y el de las hormigas es desconocer u obviar la naturaleza humana. Este desconocimiento revierte a su vez, inexorable y negativamente, sobre la cabal comprensión de lo que verdaderamente sean las hormigas.
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Protágoras (c. 480 a. C.-410 a. C.)

Se atribuye a Protágoras la máxima “El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son y de las que no son en cuanto que no son”. Frente al relativismo de dicha sentencia la ciencia trata, justamente, de separar al observador de lo observado, aplicando métodos que garanticen la objetividad. Tengo la impresión de que la mirmecología contemporánea conserva todavía atavismos protagóricos cuando intenta abordar en las hormigas temas como la inteligencia, el aprendizaje, el uso de instrumentos o los sistemas de comunicación… Si en la consideración del esclavismo se pretende con frecuencia comparar lo incomparable, en estos temas se tiende, a veces, a ver más de lo que hay. El hombre como referencia sigue estando, sorprendentemente, demasiado presente.
Para terminar, permítame el lector reproducir el párrafo final con el que Pierre Huber –descubridor del esclavismo– concluye su magistral obra Historia de las hormigas (1810):
Ha querido [el Autor de la Naturaleza] que ciertas hormigas asociasen a sus trabajos otras obreras de una especie laboriosa que cuidase de sus crías y atendiese a la subsistencia; en tanto que dedicadas ellas a los combates y pasando desde la guerra a la holganza, gozan de la industria y aun del afecto de aquellas. Esta institución profundamente combinada, llena todas las condiciones apetecibles. Los esclavos de las amazonas, cogidos en su infancia, no advierten del cambio de patria que han sufrido, se entregan a sus habituales ocupaciones, y no conocen ni trabajos forzados ni violencia, y aun, como hemos visto, ejercen cierta autoridad en la población.
Este gran rasgo, en que brilla una bondad infinita, recordándonos los abusos a que está expuesta una institución semejante en muchas naciones civilizadas, nos hace admirar la dulzura de las leyes con que la Providencia rige estas poblaciones cuya dirección se ha reservado, y nos enseña que entregando al hombre a sí mismo le ha dado una grande y temible responsabilidad. Si el estudio de la historia natural no hubiera servido más que para probar esta verdad, habría conseguido el fin más noble de que pueden enorgullecerse las ciencias, que es el de tratar de mejorar la especie humana por los ejemplos que nos propone.

1 comentario:

  1. Hola.

    Quería comentar una cosa. El esquéma que hay en esta entrada es antropocéntrico, es totalmente erróneo, pues separa totalmente las carácterísticas de individuos de la especie humana de las carácterísticas del resto de individuos de otras especies. Un gráfico que analiza sin sesgos las características de los animales, humanos y no-humanos, puede observarse en el siguiente enlace:

    http://masalladelaespecie.wordpress.com/2012/09/26/un-argumento-contra-el-especismo/

    Saludos.
    David.

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