Leptanilla. Brief history of a long search
En el verano de 2012 recogí
numerosos ejemplares de varios morfotipos de machos de Leptanilla que flotaban
en unas piscinas ubicadas en el Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias
de Madrid (INIA). Este año me propuse buscar simultáneamente machos y obreras.
Estas últimas constituían un reto singular. Las escasas capturas en España de
obreras y reinas de este género se las debemos sobre todo a coleopterólogos
especializados en fauna hipogea: Ortuño, Zaballos, Hernando... Pocos
mirmecólogos las han visto o colectado en el mundo. Finalmente, la dificultad
de encontrar juntos a machos y hembras ha generado una doble taxonomía cuya
problemática centenaria sigue vigente.
El reto era, pues, interesante:
intentar buscar, en un mismo lugar, las tres castas de varias especies de estas
microscópicas hormigas –nómadas, ciegas y subterráneas- que ocupan la base del
árbol filogenético de la familia Formicidae. Interesante, sí, pero una
auténtica locura…
Con paciencia benedictina y disciplina
espartana comencé la búsqueda el 24 de febrero de 2013.
Primeramente estudié los diversos
métodos utilizados por los coleopterólogos: trampas subterráneas, lavados de
tierra y el sistema de berlese. Tras varias pruebas me decidí por el último:
diseñé dos grandes bandejas metálicas de 7 cm de profundidad en cuyo fondo
coloqué una malla de 1.3 mm de luz.
En cada bandeja echaba 20 kg de
tierra. Encima ponía bombillas infrarrojas o calentadores de resistencia, y
debajo unas bandejas con agua. En 24 horas más del 90 % de los microartrópodos
huían del calor, atravesaban la tierra y caían al agua.
Tras 60 días, a razón de 3
berleses semanales, aparecieron las primeras 7 obreras de Leptanilla a 150
metros de las piscinas donde recogía los machos alados. Dos meses después, el
24 de junio, encontré 2 nuevas obreras en una muestra de tierra a 50 metros de
las piscinas y a 15 de un arroyo de temporada por entonces seco y muy cercano
al río Manzanares.
El terreno estaba en pendiente,
facilitando la excavación. Decidí no moverme del lugar y cavar exclusivamente
allí. El Director del Centro de Investigaciones Forestales (CIFOR) accedió a
dejarme un espacio dentro de uno de los invernaderos cercanos, e inicié
entonces un muestreo intensivo a razón de 40 kg de tierra al día distribuidos
en dos berleses. Cavaba siempre en un mismo frente de unos 10 metros de largo,
a izquierda y derecha y avanzando. Retiraba la vegetación superficial y los
primeros cm de tierra, y hundía el azadón a 40 o 50 cm de profundidad.
Todas las mañanas retiraba las
bandejas inferiores con agua y las volcaba en botes de plástico. En casa, por
la tarde, filtraba el agua (a excepción del poso con arenilla) a través de una
fina tela de tul, que ponía bajo la lupa binocular para inspeccionar los
microartrópodos depositados.
El agua restante del bote,
aproximadamente 1 o 2 cm con arenilla, la volcaba sobre una placa Petri para su
observación a la lupa.
Al mismo tiempo, con periodicidad
diaria entre el 15 de julio y el 26 de setiembre, acudía a las piscinas
cercanas en busca de machos flotando. El método de recogida era visual. Me
agachaba sobre el agua con un cartón para evitar reflejos y con un palillo al
que atravesaba un pequeño trozo de cartulina blanca y dura que ponía bajo el agua para
contrastar los puntos sospechosos de ser machos de Leptanilla. Con la punta del
palillo recogía los machos que iba encontrando.
Tras 7 meses, 180 berleses y unos
3600 kg de tierra removida, aparecieron 536 obreras, 3 reinas y una larva
estenocéfala de Leptanilla. El ritmo de aparición en las muestras puede verse
en la siguiente gráfica.
En los dos meses y medio de
búsqueda continuada en las piscinas (salvo una semana a mediados de agosto que estuve ausente) aparecieron 372 machos:
Un primer estudio del material muestra
que hay 4 o 5 morfotipos de machos y 3 especies en base a obreras (pendientes de identificación). Las 3 reinas pertenecen
a una misma especie y la larva a otra.
Este resultado, obtenido de la
excavación sistemática de apenas 100 metros cuadrados de suelo y de la inspección diaria
de 4 piscinas de 4 x 2 metros, indica la variedad y abundancia local que puede
alcanzar este enigmático género de hormigas. La cercanía de las piscinas a la
zona de excavación permitirá, a buen seguro, emparejar taxonómicamente a machos
y obreras mediante la secuenciación futura de ADN.
Mi más sincera enhorabuena por tus hallazgos, josemari!!
ResponderEliminarHe dedicado bastante energía a este asunto con lavados de tierra sin ningún resultado. Creo que este año intentaré hacerlo con tu método, a ver qué se cuece en el subsuelo alrededor de Barcelona.
El vídeo de la obrera de Leptanilla viva me ha dejado hipnotizado...
Un abrazo.
Chousas.
Hombre, Chousas, una alegría verte por aquí, y saber que sigues activo en el mundo de las hormigas. Empecé a verte otra vez por Lamarabunta, y hace poco publicando artículos en el último nº del Iberomyrmex. Hay que felicitarse por ello.
ResponderEliminarRecuerdo bien tu hallazgo en Barcelona, hace años, de un macho de Leptanilla cuya fotografía nos sorprendió a todos en Lamarabunta. Esa fotografía la tenía en mente cuando en julio de 2012 se posó un insecto minúsculo sobre el folio que leía en uno de los bancos del arboreto del INIA en Madrid. La confirmación de que se trataba de un macho de Leptanilla desencadenó mi interés y la búsqueda ulterior.
Cuenta con mi colaboración en lo que necesites.
Un abrazo y muchas gracias,
José María